
Éste es un pequeño artículo homenaje a toda la gente “excepcional” que, a lo largo de mi ya larga vida, he tenido la suerte de tropezarme, que aunque muy pocos, por experiencia propia, puedo decir que “existen”.
Todos asistimos diariamente a una sucesión de hechos y personas que componen el día a día.
Todo transcurre en lo que denominamos “normalidad”, aunque si nos pusiéramos a analizarlo, podríamos perfectamente llamarlo “mediocridad”.
Solo de vez en cuando nos tropezamos con hechos y los hechos los provocan las personas, siendo los hechos extraordinarios provocados por personas extraordinarias.
La magia de la vida hace que a veces te tropieces con personas que, más allá de su papel, son capaces de representar la excepcionalidad.
Y me refiero a esa clase de gente que un día te sorprenden en una esquina y ya nunca más, nada vuelve a ser igual.
Las cosas son como son y tienen sentido porque existen, pero nada existe por tener un especial sentido.
Sólo el encontrarse con gente como ellas hace que esa visión tan mediocre de las cosas tenga un nuevo sentido.
Hace que te des cuenta de que lo especial existe, pero no lo sueles ver precisamente por eso, por ser especial.
Que hay gente capaz de llenar un espacio por sí sola cuando aparece y mostrarte lo más mediocre con solo su ausencia.
Gente capaz de despertar la envidia de los que un día quisieron ser mejores, y la rabia de los que ya renunciaron a serlo.
Y desde luego, la admiración de los que son capaces de reconocer ambas cosas.
Sólo por ser excepcionales despiertan toda clase de instintos en los demás, desde los más nobles hasta los más bajos.
Yo hoy, ahora y mientras escribo, me acuerdo de los que he tenido la suerte de conocer, pero sobre todo de los que tuve el acierto de retener.
Porque el día a día nos lleva a perdernos en lo puntual haciendo que por el camino desperdiciemos lo excepcional, y por ello también me siento culpable de los que perdí o deje por el camino.
Por suerte son más los que en la distancia siguen acompañándome y los que estan mi lado, porque la gente excepcional es tan poca, y la vida tan larga…..
Hoy me acuerdo de ellos, sus nombres están en mi cabeza y por ellos, dejo estas cuatro líneas estén donde estén.
Lo excepcional, y la magia de lo excepcional, existe, solo hace falta tener ojos para verlo, y la voluntad de reconocerlo.

Gracias a ti, Jordi! Gracias por tu generosidad en hechos y palabras. Gracias por creer. Gracias por todos los colores que has aportado en mi vida y que son parte de ti, por la magia de tu arcoiris.
Hay gente que son regalos que te da la vida.
Queda poca gente autentica como tu.
Muchas gracias, Jordi, por el regalo del fin de semana pasado en la clausura del curso de coaching… eres una persona excepcional -como el tulipán rojo de la foto- con la magia de lograr sacar lo más excepcional que tiene cada persona en su interior. Saludos de un soñador a un gran cazador. Un abrazo.
Genial artículo Jordi… y si me permites añadir: la belleza (en este caso lo excepcional) está en los ojos del que mira. Por lo que desde nosotros mismos podemos ponernos las gafas de ver esa excepcionalidad en la persona que tienes en frente. Y todo empieza a cambiar; empieza a fluir… Sólo tenemos que ponermos las gafas adecuadas, que son de la marca: «SI PUEDO!».
Un abrazo,
Mil Gracias Willy y tienes toda la razon amigo, solo hay que ponerse las gafas de la actitud adecuadas y adelante! Y algunos las llevan puestas siempre.